martes, 20 de agosto de 2013









Se había cansado ya de los mismos amaneceres, de las promesas que el tiempo sin piedad le arrebato, de buscar en la cara de la gente un poco de humanidad o algo que le demuestre que aun estaba vivo y que quedaban cosas por que luchar.
Ya los días pasaban sin piedad, cruel, como las ultimas horas de un condenado a muerte, con la esperanza de encontrarse en esta selva de cemento que nos suicida día a día. Soñaba con despertarse en cualquier otra ciudad, perderse por calles sin nombre y tratar de encontrarse, escribir nuevos versos enamorarse de otra ciudad, de otra realidad...




No

  No seré yo quien te lleve las bolsas cuando vengas del mercado. No estaré por las mañanas cebandote ese mate que te traiga de nuevo acomod...