martes, 29 de junio de 2010

Balance

Hago balance
y repaso viejas fotos.
Ya no soy aquel muchacho
con relámpagos en los ojos.

Conservo miedos
por los que aún debo cantar.
Aún siento el vértigo helado
al echar la vista atrás.

Aún me emocionan
viejas luchas,
el “No pasarán”.
Me duele América.
Amo viajar.
Sueño y milito
en tu risa,
en la amistad.
Leo tebeos.
Odio madrugar.

Aún creo en la utopía
y no soy el mejor hombre.
Reconozco que me cansa
dar siempre explicaciones.

Quiero que sepas
que, aunque arrastro mis fracasos,
si quieres contar conmigo,
aún guardo fuego en mis manos.

He aprendido
a hacer maletas
y a comer solo.
A reparar espejos rotos.
Sé del tesoro
de las cosas más pequeñas,
no siempre sé
lo que tiene urgencia.

Hago balance.
Queda todo por hacer.
Si tú quieres te acompaño.
No soy más que lo ves.


No Reconozco


No reconozco a ese tipo que mira asustado
desde el espejo de las escaleras mecánicas.
Allá donde todos miran buscando, qué sé yo,
tal vez una sumergida Atlántida
o un mechón rebelde,
algo perdido entre los recuerdos o los dientes.
Será simplemente que no estás a mi lado.

Salgo a la calle después de comprar viejos discos
que me recuerden, como no, a ti.
La distancia y el amor tienen esa costumbre
de mezclar el placer con las ganas de sufrir.
Salgo a la calle y enciendo un cigarro
-no pude dejarlo, ya sabes-
pensando que tal vez el humo se ha de llevar
mis plegarias hasta ti.

Ya ves que la vida tiene el mal gusto
de seguir su curso sin contar conmigo.
Todo parece un decorado triste y obsceno
porque no estás tú.
Ya ves que el mundo no tiene la delicadeza
de pedir perdón por echarnos a un lado
de malas maneras para seguir su camino.
Todo parece un teatro mal interpretado,
amarillo, cuarteado,
porque no estás tú,
porque no están todas las noches de marzo
que yo te he robado nadando en tu ropa,
todos lo demonios buenos,
todos los deseos naciendo en tu boca.

Luchando con las arañas grises del olvido,
como el hombre menguante en un inmenso Madrid,
busco mi coche perdido. Lo encuentro hundiéndose
como el vapor que abandonó Lord Jim.
Y por casualidad paso por la calle que te vio llorar.
Trampas tiene la ciudad y ¿quién quiere escapar?

Llego a mi casa cansado, vencido y Penélope –es lista–
esta vez tampoco me esperó.
Pongo la tele; pongo la colada y nada
me hace escapar de tu recuerdo, del dolor.
Siento que muero y fuera en la calle ni París ni aguaceros.
Será el invierno, la gripe, el momento
o que no estás a mi lado.

Pero, aunque la vida tenga el mal gusto
de seguir su curso sin contar conmigo,
yo sé que un día será soleado y tranquilo
porque estarás tú.
Aunque el planeta no tenga la delicadeza
de pedir perdón por echarnos a un lado
de malas maneras para seguir su camino,
yo sé que un día todo será diferente,
feliz simplemente,
porque estarás tú,
porque estarán todas las noches de marzo
que yo te he robado frente a tu portal,
todas las nuevas promesas
que escriben la senda a Nunca Jamás,
todos los sueños y el tacto
leve de tus manos buscando en mi ropa,
todos los demonios buenos,
todos los deseos naciendo en tu boca.


Ojos en el espacio

jueves, 24 de junio de 2010

alejandro sanz - lo ves


Si te vas, los árboles del parque
seguirán creciendo, pasará este otoño.
Se unirán dos nuevas soledades,
se dirán mentiras, seguiremos locos.
En el Metro sonreirás dormida camino de clase
y yo como siempre quizás llegué tarde.
Seguiré cerrando bares y recuerdos.
No aprenderé nunca a retirarme a tiempo.
Dormiré en la calle, besaré otros fuegos.

La ciudad en tu ausencia seguirá creciendo,
devorando vidas, haciéndolas humo.
Otros cumplirán los planes que trazamos,
que no terminamos, haciéndolos suyos.
Seguirás llorando en algunos cines,
olvidando todo aquello que aprendiste.
Nacerán mil niños y nuevas canciones,
y quizás alguno, quizás, lleve tu nombre.
Nuevos simulacros, nuevas confesiones.

Si te vas, los árboles del parque
seguirán muriendo y también mi fe.
Seguiré olvidándome las llaves
al salir de casa, y quizá en tu piel
haya quien esconda allí su cansancio,
todos sus temores, o quizás sus labios.
Tantas, tantas cosas seguirán pasando,
que quizás las cosas no nos cambien tanto.

Tantas, tantas cosas.

Pero si te vas, estos días serán
esa sucia y vacía franja de playa
que queda cuando tú te has ido,
cuando el mar se aleja y la marea baja.
Yo estaré cansado y quizá más viejo,
maldiciendo estos días muertos.
Tantas, tantas cosas seguirán pasando,
que quizás las cosas no nos cambien tanto.

Tantas, tantas cosas.






Un minuto

¿Nunca sentistes la necesidad de un minuto a solas con vos mismo?, un minuto de silencio donde solo puedas escuchar el latido de tu corazon,un minuto para escuchar ese niño dormido que todos tenemos adentro, salir un poco de los problemas, del estress, del dia a dia, solo un minuto para sentirte donde estas parado, hacia donde vas, de donde vinistes;es que a veces sentimos esa necesidad, cuando la vida nos lleva por lugares oscuros, por lugares imprevistos , cuando nos sentimos ahogados, necesitamos saber quienes fuimos, quienes somos y adonde vamos, necesitamos conectarnos con mi yo interior, para ver con mayor claridad.

A veces ese minuto suele ser molesto al chocarnos con nosotros mismos y ver mejor dicho no vernos como quisieramos, o no conocer en que persona las circunstancias, las decisiones mal tomadas, nos convirtieron. Te aliento a que despues de leer esta mini- reflexion te tomes un minuto de tu tiempo para tu yo interior y que puedas escuchar su voz, un abrazo.



Estuve buscando en mi arca interior,
la que guarda en mi los recuerdos,
estuve mirando el niño que fui,
aquel que soñaba despierto.

Traje la vida me trajo hasta aquí,
de tanto correr nunca vi,
que estaba llorando el niño que fui,
que siempre me hablo y nunca oí.

Donde han quedado los sueños,
en que ruta los perdí,
quien ha cerrado las puertas que
me llevan a mi jardín,
donde han quedado los sueños,
pregunto el niño que fui,
quizás el tenga las llaves del cofre
que no puedo abrir.

Estuve buscando en mi arca
interior, en un rincón lo encontré,
corriendo, abrazarme, llego y me dijo,
porque te alejaste de mi,
te pido perdón conteste,
estaba tratando de huir,
deseo lo que todos querían de mi,
así fui olvidando quien fui.

Donde han quedado los sueños,
en que ruta los perdí,
quien ha cerrado las puertas que
me llevan a mi jardín,
donde han quedado los sueños,
pregunto el niño que fui,
quizás el tenga las llaves del cofre
que no puedo abrir.

Donde han quedado los sueños,
en que ruta los perdí,
quien ha cerrado las puertas,
que me llevan a mi jardín.

Donde han quedado los sueños,
pregunto el niño que fui,
quizás el tenga las llaves del cofre que
no puedo abrir.

No

  No seré yo quien te lleve las bolsas cuando vengas del mercado. No estaré por las mañanas cebandote ese mate que te traiga de nuevo acomod...